La comunidad del ruido

Sin título

[Algunos pensamientos acerca de Hacía un ruido, de María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca, sentipensando la última vez que, en El lugar sin límites ]

El trabajo de María y Fran, no se entiende bien. El lenguaje está como roto, abierto, haciéndose. Es ruido, hay ruido. Pero creo que este ‘no comprender bien’ es comprender ya un poco. No se entiende bien y sin embargo, una comprensión tiene lugar. La sensación de haber comprendido algo sobre la fuerza, la energía, y la verdad, precisamente experimentándolas. Algo sobre lo colectivo también se aprende.

Fran y María trabajan a pecho descubierto. Y se diría que no tienen más intención que la de incrementar las potencias que de este pechodescubrirse surgen.

Etimológicamente, ‘ruido’ nos remite a una idea concreta y específica de lo natural; ‘zumbido, rugido, bramido, berreo’, también a imagen de lo social: ‘murmullo, alboroto, pelea, alteración del orden, ebriedad, éxtasis’. Se trata de un tipo de fuerzas y de formas que se resisten a ser capturadas, definidas, limitadas. Su borrosidad es una ventaja en algunos sentidos. Desafía toda teleología, todo orden, todo determinismo, todo significado. Tiene algo de explosión. Es como un arma para la guerra por nombrar el mundo. Esta idea comprende lo natural y lo social por lo que tiene de sacudida, de estallido, de explosión, de apertura, de ambigüedad, de inasible, de revolución, de violencia. Pero una vez abierta la brecha ¿qué mundos podrían darse por ella? ¿Cómo podría habitarse una naturaleza y una sociedad así? ¿En virtud de qué forma de vida querríamos hacerla durar? Sin cerrar su fuerza. Sin disminuir su potencia de ruptura. Sin pretender volver a meter al ruido en el redil de lo identificable, de lo comunicable. Quedarnos a vivir en la ruptura no es cosa fácil, como no era hacer durar la radical diferencia en nuestras vidas que trajo la acampada. El utilitarismo, la economía, la fealdad, el miedo o quizá sólo un poco de necesidad, pueden cerrar las posibilidades que se abren por el ruido.

La poesía trae al mundo una ruptura. En cada poema pareciera interrumpirse el mundo un poco. Como si nos trajera ‘noticias de otra parte’. Esa otra parte, que podía quizá convenirse con ‘esta parte’, debió de anquilosarse en algún momento en el yo, o en las cosas rotas, disminuyendo la fuerza del poema en muchos sentidos. La idea de poesía y de sonido que manejan Fran y María creo que está relacionada con cierta restitución de la poesía al lugar del que fue desahuciado por la sintáxis del yo (y aquí quizá reside su ‘momento libertario’). Se relacionan con esta ruptura y esta revuelta, siempre y cuando suceda, tenga lugar, en el lenguaje mismo. En el habla, también. Ruido de lenguaje cuya ‘otra parte’ se encuentra pues abierta, ambigüada, desconfigurada, disponible para efectuar un vínculo con ‘esta parte’. Y esa es su manera de hacer mundo haciendo ruido. El ruido que la poesía descubre el funcionamiento de la alquimia de la realidad. Inventar un mundo es inventar un lenguaje.

Aquí, el trabajo de María y Fran, se encuentra hermanado con algunas experiencias de la vanguardia: constructivismo, dadaísmo, ready made, futurismo… La manera en que se sitúan fuera del lenguaje para comprenderlo, ‘justamente’. Nada puede decirse sobre la potencia del lenguaje si no es mediante su apertura en canal, o mediante la aplicación de una vibración sónica que agite su molecularidad. Y esta justicia deja tocada esa otra parte del yo, al sustraerle sus vísceras de lengua muerta, y al secuestrarlo de las cosas por las que la poesía lloriquea en las librerías y en las antologías. El hermanamiento vanguardista es una gran cosa, pero aquí querríamos proponer el hermanamiento del trabajo de María y Fran con el primitivismo, antes que con el vanguardismo. La lengua jugada por el ruido, en toda su apertura a la plasticidad, en su multisentido circular, se encuentra abierta a todas las transformaciones. Su vanguardismo es, en realidad, como la propia vanguardia afirmó suficientes veces sobre sí misma, arcaísmo relanzado hacia el futuro. Infancia redicha, en el sentido de volver a oir decir al niño que lenguajea y se arroba por el sonido que se fabrica en su garganta, y vuelve a vibrar en él timpánicamente. Lo primitivo, la infancia, el pueblo, no es lo anterior, aprendimos en Euraca. No es el ideal que salva. No es el origen que oprime. No es el código pobre lo que se encuentra en el origen, sino una fuerza ‘multiplicadora los poderes de la designación’. No existe el pueblo, ni el niño, ni la primitividad sino a través de lo que puede acontecer e irrumpir. Hay, pues, una lucha, una revolución, una tormenta, una revuelta. En la naturaleza, en la sociedad, en el niño. Y en lo que ha sido. Tormenta del pasado ‘que se une como un relámpago al ahora en una constelación’. María y Fran también hacen dialéctica sin imágenes. Lo que es una cosa bastante única. Cuando miran a la ciudad, ven muchas ciudades, cuando miran a los rostros ven muchos rostros. Han creado en poesía una tensión para esa disociación. Y es por eso que puede percibirse la fuerza, la energía y la verdad, que siempre es desinteresada. La muerte de la intención. A pecho descubierto. No hay ‘pase’ previo a ninguna función, que no sea ya de verdad.

Pero tanto la vanguardia, que fue comunista, anarquista y fascista (algunas veces las tres cosas a la vez), como el ruido, que fue del común, de la disociación y también de la policía, aspiran a dar forma y contenido a una utopía. A un mundo en el cual poder existir.  Para ganar la guerra, es fundamental no destruir la revolución, decían los anarquistas en el 36. No destruir a los niños. No destruir (más) el pasado. No destruir lo que nos exige un desplazamiento, lo que nos invita a un cambio. Pero para que la revolución dure hay que llenarla de utopía. ¿Pero cómo existir por la brecha que abre el ruido? María y Fran son utópicos, pero utópicos en tanto que se adhieren a lo material como pocos artistas hacen ya. Su utopía, [¡femenino, duro, maravilla!] consiste, en algún momento al menos, en:

LA POSIBILIDAD DE RECONOCER EN EL

RUIDO QUE GENERAN LOS OTROS UNA

PARTE DE TU PROPIO SENTIDO ESTÁ AHÍ

Se trata de una vieja-nueva idea-poesía. Plinio ‘el viejo’ decía:

Caminamos con los pies de otros, Conocemos con los ojos de los otros,

Nos saludamos por la memoria de los otros, Vivimos por la obra de los otros.

Hemos perdido la preciosa naturaleza de las cosas que son a favor de la vida.

No tenemos nada más que la lucha por nuestro placer.

Cuántas veces hicimos esta experiencia. ¿La hicimos? Exige escucha, generosidad, atención, atrevimiento y verdad: con el ruido y su extraña indefinición, con los otros y su extraña diferencia, con uno mismo y nuestra presumida autonomía e integridad, con el tiempo de la memoria y el olvido. Confianza también en lo que no sabemos y en los que no saben nada, de nosotros u otra cosa; en los cadáveres, en los extranjeros, en los niños, en los analfabetos o ignorantes, en los espíritus (materias, llama a los espíritus el suramericano). ¿Cómo reconocer nuestro sentido por ahí? Y si hicimos esta experiencia ¿cómo puede decirse o ha quedado fijada? Es por eso quizá que el arte, es por eso que la poesía. Quizá también es por eso que la acción y la política.

El arte descompone y recompone. La política junta y separa. Practicamos poco la disyunción inclusiva. María y Fran trataron han querido pasar por eso. Pero aún permanecemos en la tormenta, bailando para vencer al miedo.

Una vez Emilio, Kike y otro amigo cuyo nombre no recuerdo, hicieron un ruido en la azotea de un centro cultural del centro.

El sol se ocultaba. Atardenochecíamos.

Una vez Fran y María hicieron un ruido en la azotea de un museo de extraradio.

Salía la luna. Tormenteabamos.

Una vez Nilo y un montón de peña [la Orquestina de Pigmeos, se llamaban] hicieron un ruido en la falda de una montaña.

El sol volvía. Amanecíamos.

Quizá la habitabilidad de esa naturaleza ilimitada, sin fines atribuidos, reconocida casi siempre en virtud de su potencia disruptora, por su estallido, quizá consiste también, como en la antigua mímesis que buscaba hacer como hace ella, en averiguar lo que puede, lo que destruye o lo que crea. Lo que destruimos o creamos. Si creamos. Si destruimos. Para volver habitable la brecha que abre el ruido del lenguaje, necesitamos quizá algo de harmonía, una utopía no sólo revolucionaria. ¿Recuerdan las noches en la plaza? Hacía un ruido, sin ningún tipo de duda, pero era la noche ruidosa del día, por fin, organizado en virtud de nuestra igualdad, de nuestra compañía. Necesitamos un poco de harmonía aunque pueda sonar provocador, en unas notas sobre el ruido que generan los otros. Hacer, y averiguar lo que puede lo que hacemos. Siempre seamos capaces de entender harmonía, de un modo tan rico como entendimos ruido. [Quizá es por eso que deliberadamente escribimos mal una palabra, para extrañarla, para que un nuevo significado pueda darse por ella al mundo.] Sustraerse del antagonismo entre opacidad y transparencia, entre orden y desorden, en fuga hacia un entendimiento fundado en otra geografía y otra historia, que no es la del fetiche de ninguno de los dos polos. La geografía y la historia de la poesía, quizá.

¿Escucharon?

Es el ruido de su mundo derrumbándose.

Es el del nuestro resurgiendo.

El día que fue el día, era la noche

Y noche será el día que será el día.

unnamed

Hay un momento en medio del ruido que hacen Fran y María, que surge lo que ellos llaman el habla. Y por ahí ocurre que nos hacemos mayores de otro modo que no enseñoreando. Ahí se suspende la disrupción de la sociedad leída con la naturaleza y se adquiere un habla cuya lengua ha pasado por la ruptura de la poesía. No son explicaciones, lo que hacen María y Fran cuando dicen allí hubo esto, aquí esta palabra que aprendimos cuando, después queremos que. Habla que recuerda el desplazamiento en poesía que hicimos. Seguimos en la verdad.  Y es gracias a la aparición de este habla que podemos por ahí descubrir ya algo de harmonía en este ruido. La aparición del habla, trae, a nuestro modo de ver, la utopía. Que no es la de la transparencia, ni la de la comunicabilidad del habla, sino de su resonancia, por la verdad de la poesía.

La utopía de lo ilimitado es también, en un sentido, la utopía del despotismo, de la hybris. Esta locura-manía por lo desmedido, tiene mucho de estructura, de sistema y cuántas veces pasa por encima de los cuerpos. ‘Hay’ es también ‘el verbo pespunte de los cuentos, es el verbo que demuestra que no estamos solos en el espacio y que fuera de nuestra voluntad y de nuestras ideas, al margen de y a veces contra ellas, los límites existen, y se llaman león, camello, tienda, montaña, mar y su independencia es insobornable’.

Otra relación con la naturaleza y con la sociedad podría consistir en partir de que no siempre es en relación a la ruptura, a la revuelta, a la tormenta, a la opacidad del ruido. La naturaleza, la sociedad no siempre es disociativa, sino que a veces también es asociativa. No siempre estamos desacoplados y desajustados. A veces hay acoplamientos y ajuntamientos. La naturaleza y la sociedad a veces es amable y hospitalaria. Y se vuelve acogedora allí donde parecería estar poblada sólo de violencia. Incluso las plantas y los animales practican en ocasiones el apoyo mutuo con total despreocupación por la teoría o la práctica libertaria. La voluntad de la tierra es dar sus frutos para todos, dijo un poeta, que escribía tragedias que lloraban porque no debieron ser nunca la nuestra.

Primitivismo. Mímesis. Harmonía. Si vamos a recordar durante mucho tiempo este trabajo de Fran y María es por su amistad con el resto de forma eternas del arte. ‘La humanidad ha perdido su dignidad, pero el arte la ha salvado y conservado en piedras llenas de sentido’.

UNA POETA EN LA PLAZA:

Un abcdefghijklmnopqrstuvwxyz para una nueva fiesta.

(¡una poeta en la plaza!)

No hay ya plaza, pero hay poeta.

Un arte para no olvidar la nueva fiesta que fuimos y que ya no somos.

Una ouija para traer el ruido que recuerda la fiesta que nos emplazó en la ‘ultravida’.

Hay un ruido que no es ‘ruidista’. Queremos decir eso.

Hay una comunidad del ruido que no es la comunidad del ‘ruidismo’.

Hay un habla que no está roto más que respecto del mundo que abandona gustosamete.

Hay un lenguajeo y un ruideo que no ha renunciado a lo que puede harmonizarse por él, una vez que sabemos lo que por él puede indefinirse.

Hay pasados que ignoramos, poemas que no entendemos, pero que nos miran y nos dicen con una extraña familiaridad.

Lo que se fuga de ‘la circulación controlada de enunciados’ quizá no ha de tomarse como una refutación de la tarea de enunciar, del mismo modo que lo que se fuga de la ‘policía del pensamiento’ no se fuga a razón de declarar la imposibilidad del pensar.

Utopía comunista:

  existir con los otros,

  existir a través de los otros;

  saludarnos por la memoria común;

  vivir en virtud de lo que podemos hacer no de lo que nos dicen puede o no ser hecho;

  liberar las fuerzas de lo que es sometido; enriquecernos a favor del mundo.

Utopía de la naturaleza del ruido:

  Su indefinición o ambigüedad nos mira con familiaridad;

  que no se nos vaya el decir a otro mundo.

  Si se nos va, entonces radicalizar la escucha para volverlo a traer.

Utopía de la humaneza del ruido:

  efectuar el tránsito entre uno y los otros;

  arte de vincularse; zapadores de tiempos, cuerpos y lugares.

  La noche que se sirve del ruido para imaginar por fin un día.

Con Fran y Maria, y por su ruido, puede efectuarse un viaje hacia los otros, hacerse un poco de revolución, que es el ruido del mundo, pero también un poco de comunismo, que es el mundo que inventamos de lo que abre y se abre hacia los otros, hacia nosotros, por el ruido.

‘¿Cuántos cuerpos paralelos podemos juntarnos en esta fuga?’

No lo sabemos.

Quizá no tiene sentido entonces aspirar a convocarnos en ninguna comunidad, si el ruido aparece siempre sin esperarlo, y con él, también ese ‘nosotros’ que no existe sino en lucha y en poesía.

Sin título

* Las mágenes:

El sol surt a fet un volt. Amanecer desde Montolivet. Orquestina de Pigmeos / Nilo Gallego, Olot, 2010.

Hacia un ruido. María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca. Picnic Sessions. CA2M. 2014.

* Estas notas contienen algo de Plinio el Viejo, Böhme, Schiller, William Morris, Foucault-Brisset, Ortega, Lorca, Carl Einstein, Derrida, EZLN, Alba Rico, Comité Invisible, Euraca, y con mucho de Fran MM Cabeza de Vaca y María Salgado.

Rafael, en Cercedilla, en verano, en 2015.

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