Sería imposible comprender el teatro contemporáneo nacional sin el trabajo de Angélica Liddell. Un «monstruo escénico», en palabras de Haro Tecglen, que desde hace décadas insufla a la escena su bilis hecha de crueldad, belleza, muerte, lucidez, violencia, poesía, sexo, locura y amor. Actriz, dramaturga y directora, funda junto con Gumersindo Puche a principios de los noventa la compañía Atra Bilis, cuyas obras sufrieron al principio la indiferencia y la incomprensión del público y las instituciones, siendo ahora motivo de tesis doctorales, premios y reconocimiento. Si bien ha cambiado la escala, las creaciones siguen despertando los mismos afectos y reacciones, todos extremos, ya que Angélica continúa internándose allí donde no es cómodo mirar ni ser mirado.
Sería imposible entender el teatro contemporáneo nacional sin «El matrimonio Palavrakis», «El año de Ricardo», «Perro muerto en tintorería: los fuertes» o «La casa de la fuerza». Así que a la espera de poder volver a ver sus lesiones incompatibles con la vida sobre un escenario en nuestro país, durante el mes de junio colgarán en el Centro Dramático Nacional autoretratos y poemas de Angélica Liddell. Una exposición que ha llamado «Via Lucis» y que espera a ser mirada.
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«Apertura y confusión», crítica de Haro Tecglen de «La falsa suicida».
«La emoción y el trabajo», escrito de José Antonio Sánchez sobre «You are my destiny».
Artículos de Pablo Caruana sobre Angélica Liddell.
«Quiero ser la locura de Dios», de Angélica Liddell en El Estado Mental.
Videoplaylista de Ángélica Liddell para Teatron.
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