6 y 7 de octubre • CDN – Sala Valle-Inclán
Fotografía: DeeGee Photo
ELSL ha invitado a a cuatro creadores a acercarse a las ideas que atraviesan este año la programación: la idea de relato y la idea de casa. Cuatro cartas blancas, cuatro estrenos, que podrán verse en un programa compartido, una tras otra. Los implicados son:
ORQUESTINA DE PIGMEOS (NILO GALLEGO + CHUS DOMÍNGUEZ) | Género Chico
Estos dos leoneses llevan lustros creando un lenguaje nuevo para comunicarse entre ellos. Dominguez con una de las trayectorias como creador audiovisual más interesantes de la Península, que desde la órbita del cine de no ficción ha ido extendiendo su trabajo a otras disciplinas como el site specific, las artes escénicas, el archivo o la creación colaborativa. Gallego como músico experimental que ha ido nutriéndose siempre de la colaboración entregada y que en los últimos años también ha abordado la dirección escénica desde el site specific y la creación colectiva. Un dueto que lleva años reincidiendo, colaborando, creando un lenguaje a dos propio y subyugante. Ahora presentan «Género Chico», un proyecto hecho en y con gente de Lavapies.
ALEJANDRO RUFFONI | Este título se hará público en sala (si llego con vida)
Sabemos poco de él últimamente, sabemos que ha estado por Latinoamérica, México especialmente, trabajando, le preguntaremos. Uno de los grandes potenciales de talento y rabia de nuestra escena. Algo que ya demostró en montajes como «El reparto» (La Casa Encendida, 2015). De ésta última quizá alguien recuerda un impresionante solo con Ruffoni subido a una bicicleta. Ruffoni ve un barranco y se tira, quizá lo que no sabemos es que llevaba tiempo pensando porqué, para qué y cómo tirarse, kamikaze al mismo tiempo que milimétrico conceptual. Presenta nueva pieza, no sabemos qué, muchas ganas.
ITXASO CORRAL | Mandíbula
Itxaso Corral afortunadamente ha ido mostrando en Madrid, en el Teatro Pradillo, sus últimos trabajos, «El craneo Roto…», «Carretera N-340» junto a Óscar Bueno, Diana Delgado-Ureña y David Mallols, etc. La conocimos primero a través de sus trabajos a través de Azala y La Porta en Barcelona. Luego en con todo su Poderío Vital de la mano de Óscar Bueno. Otra kamikaze siempre en lucha con el lenguaje y con lo hacer del espacio escénico algo vivo e irrepetible, irremediable. Es ahí donde Corral tiene claro que hay que jugársela y ahí se la juega combinando el desnudo biográfico e íntimo con la escena entendida con un espacio donde puede pasar y debe pasar cualquier cosa, sus piezas siempre dejan grietas por donde respirar, por donde entre lo no pactado, lo no fijado, lo inesperado. Riesgo y poesía que convierten el teatro en acto valiente, arrojadizo, redentor.
PABLO MESSIEZ | Ningún aire de ningún sitio
En Madrid hemos ido viendo obra tras obra la evolución de Messiez en los últimos ocho años. Muda (2010), Ahora (2011), Los ojos (2011), Las criadas (2012) y Las plantas (2012), Las palabras (2013) Obras en las que fue mostrando su especial concepción de la escena, de aquello que se llamó nueva dramaturgia argentina (que no era tan nueva y que Messiez llevaba lastrada de nombres como Bartis, Tolcachir o Veronese). Pero mucho púbico español se acercó a eso que llaman el «extrañamiento» pasado por un tamiz, el propio, donde siempre entra la soledad a raudales, la incapacidad de estar acompañado. Y consiguió hacerlo con un plus nada desdeñable, llenando las salas. De ahí, Madrid se le abrió, lo llamaron para hacer clásicos, lo llamaron a dirigir al CDN con «La piedra oscura», que sigue vivita y coleando, se arriesgó a hacer una maravilla como actor con Claudia Faci como «A-creedores», y ahora se atreve con esta propuesta abierta. Otra detalle para concluir, la gente suele decir que sus montajes cuenta con buenos actores, quizá Messiez los deja hacer y los impulsa.