Imagen: Javier Marquerie Bueno
Texto: Pablo Caruana
Ayer comenzó en el Teatro Valle Inclán, en la sala grande, El Lugar sin Límites, salió la “bestia” y Madrid flipó, por su humor, por esa mezcla andrógina entre el glam y el cabaret, por su técnica llena de virtuosismo y fisicidad, por su belleza. Mañana viernes Ivo Dimchev presentara su segunda pieza, “Some Faves”, estreno en Madrid que estará hasta el domingo en cartel. Conversamos con él en su habitación de hotel, educado, tan distante como al mismo tiempo cercano. Y la primera en la frente: si nosotros tomábamos fotos y grabábamos, él grabó toda la entrevista con cámara y trípode. Hay que democratizar, igualar el proceso, nos dice. Le vamos preguntando con el respeto del que desconoce, tan solo conocíamos una pieza suya de las casi treinta (qué burrada) que ha realizado en los últimos quince años. Dimchev, poco a poco va dejándose ver.
Pregunta: ¿Alguna vez ha actuado en Madrid?
Ivo Dimchev: No, es la segunda vez que estoy aquí. Pero la primera vez, que estuve pocos días, fue con amigos. Estaba un poco sorprendido porque en tantos años nadie nunca me había invitado a Madrid. Tengo buenos amigos madrileños que viven en Bruselas y siempre me decían que mi trabajo sería bien recibido aquí, pero nunca nadie me había abordado hasta la invitación de ELSL. Y normalmente yo no abordo a los programadores. Así que me decía: bueno, no quieren, está bien, no pasa nada.
P: Dese hace tres años es artista residente en el Kaaitheater ¿en qué consiste esa residencia?
ID: Es más formal. Ya había trabajado con ellos casi desde que llegué a Bruselas hace más de diez años. Luego me invitaron a ser uno de ellos, pero no tengo que estrenar ni nada parecido, tengo que presentar un trabajo por año. Es una residencia de cuatro años, este es el último… Y está siendo bueno, tengo buena relación y estoy seguro que tras esta “residencia oficial” seguiré trabajando con ellos. Pero sigo viviendo en Bulgaria, volví en el 2013. Tengo que viajar mucho por trabajo. Muchas veces no sé ni dónde estoy. Y por eso para mí es importante volver a Sofía, necesito la naturaleza, los bosques, mis amigos. Para mí es el sitio perfecto para descansar después de un intenso tour. Por ejemplo, vengo de hacer un tour en cinco ciudades de la Costa Oeste de Estados Unidos, tengo que ir a otras cinco ciudades después de Madrid… Después de giras como esta necesito diez días off en Sofía, con mis amigos y a diez minutos de la montaña, pasear por los bosques, relajar. El año pasado hice cuatro piezas, llevo girando todo el año… En los próximos seis meses no pienso producir ninguna nueva pieza. Necesito reposar.
P: ¿Está siendo demasiado?
ID: No, pero por ejemplo, no sabía que “Songs from my shows” (que estrenó en España ayer en la inauguración de ELSL) iba a funcionar tan bien. Había abierto un nuevo espacio en Sofia, hace dos años, allí tenía la libertad de hacer lo que quería y comencé a hacer una velada a la semana donde iba cantando las canciones que había en mis trabajos. Funcionó, despertó interés y ahí comenzó la pieza. Bueno, es un concierto, no es una pieza, es un formato bastante convencional en el que me negué a entrar durante muchos años, pero fue atrapándome: ver cómo cada canción cogía su independencia y ya no formaba parte de la pieza en la que nació. Cuidar hasta el máximo la manera de cantarlas (en las piezas muchas veces las canciones eran intensas, muy físicas porque la misma pieza necesitaba esa manera de hacer), cuidar cada detalle, estar siempre en tono… Se abrió un espacio nuevo para mí. No me gustan los conciertos, no voy, son previsibles, demasiado simples en su forma, me aburro rápido; y me interesaba ver si podía añadir algo a la cantidad de artistas musicales que cantan canciones. Intento introducir todo el conocimiento que poseo, consciente e inconsciente, sobre actuación, sobre la voz, sobre cómo relacionarse con el texto, mis gestos, mi cuerpo… Quizá hace años no tenía la confianza para acometer este proyecto y con los años estoy más cómodo y confiado con mi voz. La estructura de un concierto es muy limitada y por eso me resulta muy desafiante: seguir encontrando un espacio de libertad aún con tantas limitaciones.
P: ¿Podría contarnos más sobre el espacio que abriste en Sofía?
ID: Ya no está abierto más, se llamaba MOZEI. Tengo cierta tendencia a abrir espacios de arte, ya lo hice en Bruselas cuando me mudé en 2009, abrí el Volksroom. Ya no lo llevo yo pero la gente continúa mostrando trabajos y viviendo allí. Es un sitio realmente agradable de la escena off de Bruselas. Bruselas, escénicamente, está dominada por grandes instituciones y es bueno que haya un espacio donde no hay “curators” ni nadie que defina lo que se ve o no se ve. El concepto inicial de Volksroom era que cualquiera podía agendar un lunes para enseñar el trabajo que quisiese. Y conseguimos que viniese gente incluso de fuera del país y que hubiera siempre un público interesado. Y cuando me moví a Bulgaria hice lo mismo, tengo esta tendencia de llegar a un sitio y abrir un espacio (Ivo esboza por primera vez en la entrevista una pequeña sonrisa), creo que me da un montón de libertad para experimentar y conocer gente. Realmente lo hago por mí, porque necesito un espacio de libertad donde experimentar pero luego siempre tienes la necesidad de compartirlo y aquello acaba ocupándote muchísimo tiempo. Así que después de un año trabajando en mis proyectos y mostrando mucho de la escena local, sobre todo de las artes visuales, vi que me estaba volviendo loco y paré.
P: ¿Cómo explicarías el rol que tiene la música en tu trabajo?
ID: Concibo la actuación como una composición musical. Trato la totalidad de la pieza como si lo fuera, no solo como una composición coreográfica, sino como una estructura donde es importante la relación entre los elementos, el dinamismo, el volumen y el tiempo. Tensión, carga emocional, tiempo, intensidad, ritmo, eso es la musicalidad. Por eso, para mí, cantar en un momento concreto de las piezas es muy orgánico. Y además creo que rompe la cierta idea de composición de la “contemporaneidad”. Salir del contexto de la teatralidad, entrar en el de la musicidad, tienen distintas vibraciones. Pero no quiero decir que la música sea más importante que otros elementos. Pero sí, canto desde pequeño, es parte de mi vocabulario, no puedo dejarlo fuera simplemente porque me ponga muy político, teatral, serio o lo que sea. Necesito esas rupturas que permiten a mi cuerpo expresarse de manera diferente. A veces, me fuerzo a no hacerlo, porque me sale muy fácil, viene natural. Si tengo un texto que se me está volviendo muy narrativo, la solución primera es cantar, por eso a veces para llegar más allá en algunos elementos o algunos significados me lo prohíbo, por ejemplo en mi pieza “Fest” me prohibí el poder cantar para así poder desarrollar una diversidad mayor dentro de la dramaturgia, del texto. En “Operville”, una ópera experimental que estrené hace dos años, por el contrario me prohibí hablar. Se trata de cuando estoy demasiado cómodo con algún medio de expresión limitarlo para así forzar la búsqueda. Me limito para profundizar.
P: En “Some Faves”…
ID: Es un solo. Es distinto. Por mi naturaleza me gusta todo, me encanta bailar, interpretar, moverme… Tengo igual pasión por todo ello, y en mis solos dejo que todo eso salga. En “Some Faves” canto, digo texto, grito, lloro, me muevo, es un proyecto en que también estaba jugando con una dramaturgia cambiante, muy fragmentaria.
P: “Some Faves” tiene ya varios años, se estrenó en el 2009. ¿Cómo nació, dónde estaba hace siete años?
ID: Estaba acabando mi master en Das Arts en el 2008. En ese momento estaba muy interesado en cómo desarrollar en mis piezas el texto. La manera en que lo escribía, la dramaturgia, cómo decirlo y hacerlo en escena. Así que me reté a trabajar sobre cien temas diferentes. Bueno, en ese semestre la tarea era hacer una performance basada en un solo topic, ¿cómo podía elegir un solo tema? Así que hice una gran lista y luego elegí diez que eran mis favoritos, otros diez que eran los favoritos de un programador que quería mostrar la pieza, y por último otros diez de otros programadores. Al final, la estructura era una lista compuesta por mis favoritos y por los favoritos de otros. También quería probarme a mí y a los demás que no hay un tema entre los millones que hay en el mundo que sea más importante que otro, cualquier tema, cualquier elemento es igualmente importante: tu grabadora o la guerra son igual de importantes, por ejemplo. Es el artista el que tiene que definir y manipular el valor de cada sujeto, objeto o tema. Se trataba de manipular elementos que no se les suele dar valor hasta el extremo para volverlo lo más importante del mundo, o al revés. No hay normas ni estructura métrica que pueda medir y situar el valor de algo. La sociedad y la política sí que quieren imponer lo que tiene o no tiene valor. Pero creo que los artistas son los que pueden jugar con esto y destruirlo, para reinventarlo. Los artistas seguimos teniendo esta libertad, no sé los demás, pero los artistas la tenemos y creo que deberíamos explorarla todo lo que podamos.
P: En otros trabajos suyos la relación con el público es también un elemento importante ¿podría explicarnos en qué sentido?
ID: El público es tan importante como el intérprete o el creador. Conozco algunos artistas que les gusta ponerse por encima del público y dejar patente que ellos saben más. A mí me gusta situarme en una situación con el público más amigable. No me gusta aburrir y tampoco me gusta que el público no entienda. Nunca desafiaría al público con algo con lo que yo no me haya batido antes hasta el límite. Si a veces en mis trabajos hay momentos que parecen muy desafiantes es porque yo también me estoy desafiando. E intento dejar esto muy claro. Si hay momentos que se han encontrado muy difíciles o provocadores es porque he estado trabajando con un material que también lo era para mí. Y para que tu propuesta no genere rechazo al instante creo que hay que tener el trabajo muy articulado, ser muy claro. Nunca ser arrogante y lanzar cosas al público para que las tenga que ingerir.
Y cuando exploro al público, por ejemplo en “P Project”, cuando invito a la gente a subir al escenario y realizar una parte de la pieza les pago, comparto mis honorarios con ellos. Mil euros de cada función van para el público, con diferentes tarifas según lo que se requiera hacer. Por ejemplo, tienen que elegir entre cantar, escribir poesía, besar, imitar sexo… Hay artistas que exploran al público pero no les pagan, yo les trato como si invitara a otro intérprete a mi pieza. Y además, están mejor pagados que otros muchos intérpretes que son invitados a piezas. Por ejemplo, para hacer la escena donde se simula tener sexo la tarifa son 250 euros. Así que creo que trato bien a la audiencia, no pueden quejarse.
P: ¿En qué está trabajando ahora?
ID: Ahora estoy grabando un álbum, llevo un año y medio de gira y siempre me preguntan si pueden comprar las canciones. Y les tengo que decir que no. Por eso había puesto videos del concierto en internet. Pero ahora me he decidido. Será una mezcla entre grabación en estudio y en vivo. Es muy difícil para mí cantar en un estudio como lo hago en escena… la intensidad, la relación energética que tengo con el público, todo eso define mucho la manera en la que canto. Pero es un proyecto que me está llevando mucho tiempo, hay que grabar instrumentos adicionales, tengo que invitar a músicos a grabar en estudio, tiene que haber un mezclador… Mucho trabajo que no había previsto, así que me quedan unos cuantos meses de trabajo.
P: ¿Sin discográfica?
ID: No y soy muy cuidadoso con esto. Hay gente que se ha acercado pero no, quiero mantener una independencia que sé que podría perder en un mundo como el de la música si firmo con una discográfica. Y quiero seguir manteniendo la libertad que he tenido como arista contemporáneo en estos últimos quince años. Me voy a pagar todo, lo voy a producir yo todo. Es lo mismo que hice con mi libro el año pasado. Habrá copias del libro en el teatro, es una recopilación de todos mis últimos trabajos, los 27 shows que he hecho para la escena, más todas sus dramaturgias y bastantes fotos. Y sí, había gente que quería hacer el libro conmigo pero igualmente decidí hacerlo solo. Me costó más de veinte mil euros pero no me importa, aprendí un montón y ahora tengo el libro y puedo regalarlo. Todos los festivales a los que voy les regalo un libro, habrá uno para ELSL.
Y cuando acabe esto comenzaré con la nueva pieza. Es una idea que va a agrupar a más gente, así que creo será una pieza de grupo. Va a estar basado en ejercicios vocales. He dado muchos talleres de voz, he visto que hay cierto interés en cómo trato la voz, no es la manera usual, es muy física. Toda mi manera de cantar está basada en ejercicios físicos, en movimientos, en respiración. Y creo que ahí hay una pieza.
P: ¿Dónde se trabajará, cómo se producirá?
ID: No importa dónde trabajaré, da igual. ¿Nueva York? Qué más da, lo más importante es conseguir hacer algo bello. Llamaré gente con la que quiero trabajar y trabajaremos. No quería hacer una nueva pieza, pero se me metió la idea y sé que aunque me resista habrá que hacerla. Nunca tuve problemas para hacer una pieza, nunca hice que dependiera de subvenciones, instituciones o festivales. Por supuesto que si alguien me dice toma estos quince mil euros para hacer una pieza puedo hacerla, pero la haré igualmente si no los hay. Para hacer un trabajo necesito como mucho dos semanas y la mayoría de mis solos los he hecho en mi cuarto, no he necesitado ni un espacio para ensayar. Por supuesto que tengo una red de festivales que sé que van a estar interesados pero lo que necesito es gente con la que quiera trabajar y que quiera trabajar conmigo. Dos semanas, les pago con mi dinero y ya está, no necesito ni quiero veinte coproductores. Sé que hay gente que se queja de no tener subsidios, de que no se le hace caso, que no se la cuida… No creo que necesites que se te cuide, si realmente estás desesperado por hacerlo lo único que necesitas es encerrarte en un cuarto con tres amigos y sacarlo adelante.
gracias por interesarse por artistas de verdad, no es muy comun desgraciadamente, ole.
Me gustaMe gusta