IVO, IO-VALO
DE PÚBLICOS, CUERPOS Y EDICIONES
Gloria G Durán
Nos sentamos y arrancamos. Pensábamos que íbamos a hacerlo traducido así un poco colaborativamente, al menos yo pensaba pedir al público que fuera colaborativa, una traducción colaborativa. Me parecía una idea genial. Pero no, no puedo ser, bajo ningún concepto pudo ser. “¿Cómo?”, me dijo, “¿Qué vais a ir traduciéndolo todo?… ¡Ah!, no, no, no, no. No. Lo he hecho en otras ocasiones y no funciona. No. Ni hablar”. Luego preguntó muy cortés quién no hablaba inglés. Como eran solo dos las manos que se levantaron quedó sentenciado, la conversación sería en inglés.
He de reconocer que eso resultó ser un alivio y que antes o después, lo prometo, transcribiré la conversación en castellano para que el lugar sin límites la tenga en sus archivos porque, la verdad, mereció la pena.
Arrancamos hablando de público y de su proyecto P-Project, un proyecto que tal como reza su web, “es una performance interactiva basada en varias palabras que comienzan con P, Piano, Pray, Pussy, Poetry, Poppers and so on … After the Presentation of the Pussy catalogue, the People are invited to write improvised Poetry on stage and in the same time their Poetry is transformed into a song by the Performer who is Playing on a Piano. The People will be given other different opportunities to Participate in the P Project for which they are going to be Paid quite well. After the Performance the Public is invited to Play with the complex Pussy catalogue and construct their own Pussy and Print it on a Postcard.
Como se ve, un proyecto complejo basado en la letra P y en cierto poso conceptual del armazón completa de una posible pieza, escénica o de arte. Lo qué me interesaba era eso de “pagar al público”, no por el dinero per se sino por el problema de o en torno a la participación que pone sobre la mesa. Fue soberbio cuando tomó su inmenso catálogo auto-editado y mostró como P-Project ocupa unas 80 hojas. En estas aparecen muchos de aquellos que subieron al escenario a participar en el performance del pianista y con estas imágenes el presentó y explicó el proyecto. Comenzaba, poco a poco, a relajarse.
Luego seguimos con otros momentos. Cuando en el estreno de Lili-Handl, en el año 2005, el primer año en el que salía de Sofía, un individuo muy desagradable asombrado ante el aspecto de Lili salió renegando de la sala. Por lo visto Ivo tomó esas mismas palabras, desagradables tanto para él como para el resto del público, y las empleó en su trabajo en ese mismo momento. Incorporó lo que oyó. Lo hizo por él mismo y sobre todo por el público o la gente que estaba allí entonces.
Esa gente, por otra parte, prefiere tenerla así y allí. Cuando le pregunté que por qué no llevaba a una galería laguna de sus piezas dijo que no le interesaba nada. Allí la gente pasa, se toma una cerveza, te mira, sigue de largo, si se agobia se va. Y eso, eso, no puede ser. Prefiere el teatro porque es: “Es mucho más sagrado… ¿Puedo decir eso? ¿Puedo decir que es más sagrado…?”. Claro Ivo, claro que lo puedes decir.
De allí pasamos a sus espacios, al VolksRoom y al MOSEI. Se demoró más en contarnos MOSEI, su espacio en Sofía. Un lugar que alquilaba un metro cuadrado de pared a un precio irrisorio. Un lugar ineludible para la vanguardia artística búlgara pero del que acabó cansando y que abandonó.
Y así fuimos saltando por sus proyectos: Paris, la edición del inmenso catálogo. El disco, su relación con internet y de nuevo el público en su Face-Book Project, que incorporaba en tiempo real lo que la gente iba escribiendo en facebook (un tipo se lo radiaba desde detrás del escenario conforme llegaba y él lo introducía en la pieza en tiempo real)
Pasamos como no, por las piezas que realizó con las obras del escultor Franz West, escultor del Accionismo Vienes, que fue a ver precisamente Som Faves y se quedó fascinado, tanto que le pidió que diera vida a sus esculturas. Con ellas realizó un solo, I-on y también X-on, una pieza coral. Nos contó como al escuchar al autor que sus esculturas eran como “herramientas” tuvo una visión. Quiso romper de un “esculturazo” la ventana del teatro nacional. Y resultó ser de alta seguridad. Tras mucho intentarlo acabó, como era de espera, haciendo añicos la escultura. El viejo Franz se enfadó, no mucho, dijo, pero se enfadó… (risilla…)
Bueno nos demoramos en otras anécdotas más y fue, poco a poco, muy poco a poco relajándose y creo, disfrutando. Al final se sintió como en casa y nos contó su fascinación ante la posibilidad de que sus canciones pudieran ser escuchadas sin verle a él, sin mirarlo. “Mi modo de cantar es tan físico”, decía, “sale tanto del cuerpo, que es, creo, imposible escucharme sin verme” No obstante”, comentó muy irónico (es un artista de la alta ironía), “amigos míos me han dicho que lo han hecho y no les ha pasado nada”. Yo lo he hecho, le dije, y no me ha pasado nada, repetí su frase.
Entonces todo bien. ¡No es el final!
O sí.